La psicología evolutiva asegura, según algunos de sus autores e investigadores, que un cambio mágico ocurre en cada edad gracias a la maduración neuroanatómica del cerebro. Conceptos como la conservación de la masa, el espacio y el volumen, sólo pueden ser adquiridos a cierta edad. Sin embargo, las investigaciones transculturales nos demuestran que Piaget, el autor más estudiado en las universidades de todo el mundo, no tenía razón. Un niño español de 10 años no puede comprender la conservación de la masa, por más que se lo expliques. Un niño mexicano, o turco, acostumbrado desde su más tierna infancia a tratar con el cemento en las obras o con los trueques entre sus hurtos y el dinero con sus padrinos, podrá comprender perfectamente de qué se trata. El nivel evolutivo del niño, entonces, es dinámico y sujeto a las experiencias culturales.
Sin embargo, existe un factor, sólo uno, incomprensible hasta la llegada de los 12 años. Se trata del álgebra. Ningún niño del mundo, por muchas que sean sus habilidades cognicitivas, puede comprender el álgebra antes de los 12 años. El álgebra, entonces, es absurda. Ridícula e insustancial. No aporta nada. No tiene ningún sentido. No tiene ningún valor en nuestra vida. Comprendemos conceptos según esquemas previos, y el álgebra es una realidad tan extraña y se ajusta tan poco a nuestro mundo previo, que nos causará perturbación y rechazo.
Sin embargo... algo mágico ocurre cuando cumplimos 12 años.
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