lunes, 13 de febrero de 2012

13-02-12















En la parte de atrás de la jaula hay una puerta;
pero tú insistes en regodearte en los barrotes.
Deglutes con la mirada los alambres
y te convences de que el óxido es tu destino.
Vives en una cárcel, que es la tuya;
y aceptas que no existe salvación posible.
El mundo debe aceptarte por cómo eres- piensas;
en la prisión permanente de tu jaula.
Quien penetre en tu jaula, también la acepta:
son manipuladores de la cárcel de tu mente.
Te dicen: yo acepto tu cárcel;
porque les gusta tu cárcel.
Porque en tu jaula el movimiento es controlable.
Disfrutan de tu jaula tanto como tú
porque controlan tu naturaleza débil y limitada.
Tú solo ves tu jaula
y correteas tras los alambres.

Si, te gustan las jaulas;
porque vives en una y crees que es lo único posible.
Por eso encierras a perros en jaulas,
como a tus pensamientos,
como al acuerdo del amor impostor;
el ruín que te da un trozo de alimento,
nuevamente a través de los alambres.

Si enfermas, es porque debías enfermar.
Si la jaula es patética, es tu destino.
Si tiene cuatro esquinas, sólo cuatro esquinas recorres.
Eso piensas, mientras aceptas los alambres
y los barrotes de tus pensamientos.
Rígidos, obtusos... incrédulos.
Eso piensas;
pero insisto:
en la parte de atrás de la jaula hay una puerta.

(RCZ, 13-02-12)

No hay comentarios:

Publicar un comentario