miércoles, 21 de marzo de 2012

De raíz rebrotada se publicará en mayo (colección Monosabio)



De raíz rebrotada va a ser publicado en la colección de poesía "Monosabio". Saldrá en mayo y la presentación será en junio en la feria del libro (Málaga). Monosabio es una colección de poesía nacional que actualmente cuenta con 15 poemarios en catálogo, todos poetas contemporáneos.

De raíz rebrotada es un poemario compuesto por 63 poemas, distribuidos en 5 capítulos y con un poema inicial y final. El prólogo está firmado por el poeta Salvador Marín Hueso. De raíz rebrotada es un poemario sobre raíces, tallos, ramas, podas y crecimiento y transformación. Un poemario que insiste en buscar lo utópico hasta encontrarlo. Sus poemas están en una búsqueda constante de una permanencia ilusoria entre una vida impermanente. La permanencia es la raíz, la casa, de donde todo brota.

Os dejo con el prólogo de Salvador Marín Hueso. Si alguien quiere adquirir el poemario, escriban a la dirección: rubencamachozumaquero@gmail.com

Gracias.



PRÓLOGO A "DE RAÍZ REBROTADA", 
                                                               DE RUBÉN CAMACHO ZUMAQUERO


    A mí también me engañaron. Yo también, como el poeta, crecí añorando flores que nunca fueron mías, hasta que comprendí que había vivido “rodeado siempre de la tristeza digna de la rama sin nacer”, y aprendí a amar ese estado quebradizo que nunca se quiebra, por el que todo permanece siempre y a la vez en el punto de partida y un paso adelante. Quizá por eso a mí también de niño y todavía de mayor me llaman torpe. Quizá por eso, como el poeta, amo los árboles rasgados que nunca paran de crecer, a pesar de sus heridas. Sean, pues, mis primeras palabras de empatía. Las siguientes, sin remedio, serán de balbuceo, como es de ley ante el intento de dar cuenta de una lectura lúcida y gozosa.

    Una tarde de verano, Alejandra Pizarnik me enseñó que “muere de muerte lejana la que ama al viento”. Una tarde de junio, Rubén Camacho volvió a repetirme la lección de las trampas del aire. Siglos de retórica han asociado el viento a la libertad y a la vida. Rubén Camacho sabe sin embargo que la agonía suele urdir sus trampas por las regiones del vuelo. En la brisa, el hombre no sabe qué es de sus brazos. En el puro desvanecerse de un mundo que sopla, el hombre no tiene más caudal que el de una hoja de árbol que se cae y se pierde. En el instante del aire, el poeta protesta, descabalgado:


Estas manos y este cuerpo
no me pertenecen
sino que vago con ellos
mientras la arcilla se quiebra.

   
El árbol de la vida se arraiga en la tierra. En ella, sus raíces extienden su laberinto de alimento y agua, frente a la amenaza constante de la brisa, que lleva dentro el recado del huracán. No en vano, nos recuerda el poeta, el aire es anterior al nacimiento y alienta en la noche pasada de la muerte. En su vacío, todo sobra, nada basta. En su vacío, ¿a qué podrá aferrarse la raíz? ¿Qué esperanza abastecerá a las ramas, si no tienen donde posarse?

Y en la tierra, los cuerpos, su alimento y vocación. Germinados y germinadores. Desastre y culminación de la raíz. Los cuerpos, siempre quebrados. Los cuerpos, siempre renacidos, sin cortapisas, sin tapujos, sin otro miedo que su propio miedo…

Yo era como una rama seca
y tú, con tu lengua en mis raíces,
húmedo hidrato del tronco rebrotado.

Tú eres como flor lastimada
y yo, con mi tronco renacido,
espina clavada en tu fibra delgada.



    ¿Verso libre? Más bien, libertad de una voz. El secular sarampión de los poetas es confundir la benéfica fusión de voces con el mero calco de los ecos. Por fortuna, Rubén Camacho se nos presenta claramente vacunado contra toda rubeola del ritmo impostado. No en vano, sabe que todo verso es fraudulento “salvo el de ahora mismo”, como todo amor es equívoco salvo el que te hierve en este instante por las venas, querido lector.

    Poemario “total” por lo demás. Nada humano le es ajeno, justamente porque muerde la tierra más allá del hombre. Poemario que se crea a sí mismo en el cielo y en la acera, que vuela sobre Málaga y se pasea por la esperanza, alzándose frente a la abadía del cansancio, deslizándose sobre la inercia de los afectos. Poemario “donde rebrota la verde, cuando muera mi cuna”.

    Somos el viento que nos lleva. Pero bendito poeta éste que nos libera del siroco de la muerte. Bendita voz que reclama, amante sobre la tierra, el aire, sí, pero el más puro. Ese aire que nos sale por la boca.



Salvador Marín Hueso

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