jueves, 8 de marzo de 2012

Sobre la mujer, el miedo y la autosuficiencia

Hoy concluye el día de la mujer trabajadora a pesar de que mañana el trabajo continúe. Estos días de reinvindicación suponen una pequeña chispa de conciencia de apenas 24 horas. Una chispa minúscula que nos ayuda a felicitar un hecho tan importante como trivial, y que no nos ayuda a profundizar más sobre ello. Es lo que ocurre con la caducidad de los días.

Para mí, el día que ansío y apoyo, así como los restantes, es el día de la mujer autosuficiente. Hoy tuve una oportunidad de vivir uno de esos pequeños momentos azarosos e inesperados con los que uno disfruta especialmente, como es una charla sorpresiva con una mujer que no esperas. Fui a comprar libros y allí estaba ella, mi librera. Es muy atractiva, y es un porte de mujer que siempre me ha gustado. Respira autosuficiencia en cada movimiento. Al llegar, otro cliente la entretenía con una especie de charla entre el sermón y el quejido, ya que aquel hombre parecía estar al borde del lloro. Era alto, vestía con chaqueta e iba acompañado de una mujer mayor. Al verme, se disculpó por la espera (en realidad, era un aviso de que iba a seguir con su charla). Él aseguraba que el hombre actual tiene mucho miedo de la autosuficiencia de la mujer.

"Antes era más sencillo. Abrías la puerta del coche, la buscabas bajo la ventana, tú elegías el vino. El hombre ahora está perdido".

Ella (mi librera), argumentaba en su contra. Decía que nuestras costumbres siguen negando la autosuficiencia de la mujer, y que los camareros seguían preguntando al hombre qué vino deseaban.

El cliente se marchó y ella comenzó a buscar mis libros. Yo no pude evitar la oportunidad de hablar con ella. Realmente, y no lo niego, me gusta el cortejo breve. Siempre me gustó y fui un experto. Realmente, me gusta cortejar hasta a la panadera. Incluso a mi perra.

- Pues a mí me hace ilusión que la mujer hoy día sea autosuficiente, la verdad. No me inspira ningún miedo. Al contrario, me fascina y me hace feliz.

La librera me replicó entonces con alguna palabra que no recuerdo ni pude entender. ¿Enología? Ella me sonreía y me decía que la autosuficiencia de la mujer seguía estando coartada, que ella era experta en vinos pero que aún le preguntaban al hombre en los restaurantes, a pesar de que él pudiera ser un inepto. Acordamos los dos que nos apasionaba la autosuficiencia, no sólo en el trabajo, sino especialmente en las emociones. La mujer que no necesita nada porque todo su afecto y amor parte de ella misma. A través de ese amor propio, es capaz de vivir según valores humanos. Elegir a las personas por sus valores, no caer en juegos de necesidades, no verse manipulada. Ser, realmente, libre y autosuficiente, no sólo del hombre, sino de sus propios miedos y de su ego. Me dijo que aquel hombre era psicólogo, y yo, o quizá mi propio ego, no pudo evitar confesar al instante un "yo también". Ella continuó sonriendo y me lanzó una pregunta.

- Es cierto que hoy día realmente no hay demasiadas mujeres autosuficientes. Lo aparentan, pero no lo son. Siguen teniendo muchos problemas de autoestima, y de ahí que sientan necesidades, que terminan por solventar con el hombre de turno. Pero yo te pregunto... si una mujer tiene un problema afectivo y está con un hombre por eso, ¿algo raro también debe tener el hombre, no? Porque para ser capaz de estar con alguien que le necesite por algo tan traumático...

- Por supuesto. La respuesta es un manipulador emocional. Si una mujer tiene una necesidad afectiva, atraerá a un hombre que pueda colmar ese vacío. Es un manipulador emocional. Utiliza esa necesidad para manipular a su antojo. Al principio son muy suaves.

La recordé entonces a ella. Yo apenas había cumplido 20 años. Ella era autosuficiente, brusca, casi violenta. Nunca estuve enamorado de ella. Nunca la quise realmente. Yo mismo fui quien la rechazó tiempo después. Sin embargo, algo ha cambiado. Ha sido el propio tiempo quien me ha dado una lección. Ahora, sin que haya ocurrido nada en todos estos años que llevo sin saber absolutamente nada de ella, me doy cuenta de que sí la quiero realmente. Y la quiero porque fue una de las mujeres que mejores se portaron conmigo. Ahora me importa, ahora la busco en cada calle, y nunca la encuentro, aunque sólo sea para tomar un café. Me enseñó que el camino del amor es sólo posible con una auténtica autosuficiencia. Le debo tanto, y no recuerdo ni siquiera su apellido...

Mi librera estuvo de acuerdo conmigo y no dejó de sonreír. Me dio mis libros y me cobró. Para despedirme, le dije que me encantaba que una mujer me eligiera el vino, que condujera ella, que no me necesitara en nada. Miré el ticket, por si, en su autosuficiencia, la librera me hubiera apuntado su número de teléfono. Estaba vacío. ¿O debería haberlo pedido yo? Ya compraré más libros...


PD: a mi chica de los 20 años, a sus borderías, a sus ojos grises, y a su ternura cuando estábamos a solas: me acuerdo de ti todos los días. Guapa.



Regad vuestro propio corazón y dará frutos. Nunca lo entreguéis a nadie. Es vuestro.

2 comentarios:

  1. Cada vez que vengo, al finalizar el texto, se me llena la boca de la palabra 'grande'. Y la verdad, por no ser repetitiva, cansina y calcamonía de mis propios instintos, me he puesto a escribir este texto un poco más largo.
    Y querría decir, ya que estoy, que soy esa mujer autosuficiente que alguien, un día, recuerda porque le enseñó lo que era el amor. No puedo afirmarlo, aun. Y resalto la palabra 'aun' como síntoma inequívoco de que he entendido que sólo así se encuentra por dentro la calma. Es un paso, cuando tenía los veinte que tenía tu chica, corría despavorida en brazos de cualquiera. He avanzado. Sé que hemos avanzado, todas, cuando digo todas, digo todas las mujeres que me rodean. Y estoy convencida de esos logros en futuros cercanos, para ellas y para la que te escribe 'grande' cuando termina de leer uno de tus textos.
    Conduzco, pido el vino, pago yo, salgo de viaje y tiro la basura, cuelgo cuadros, monto muebles y arreglo ordenadores. Es por dentro donde aun hay un huequecito. Y me encargo de llenarlo poco a poco en la más absoluta soledad. Me gusta. Me gusto :)

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  2. Más grande es todo esto que escribes, Nebroa. Me alegra mucho que te gustes, y sobre todo, que llenes por ti misma ese "hueco" que desaparece para siempre cuando no se tiene miedo.

    Hubo un error en la lectura. Cuando dije "a mi chica de los 20 años", me refería a que yo era quien tenía 20 años. Ella tenía unos cuantos más. Probablemente me enseñó todo esto de manera inconsciente, como todos lo hacemos cuando predicamos con nuestro vivo ejemplo. Me sirvió para aprender con el tiempo de que nos necesitamos de manera artificial, y es nuestro gran error. Antes, rellenaba huecos. Hoy día, prefiero ayudar a que cada persona rellene sus huecos. Ésa es para mí la auténtica autosuficiencia. De ahí, podemos compartir y entregar sin que exista realmente un intercambio de intereses, ni relaciones basadas en miedo o necesidades ficticias. La mujer aún tiene un estigma muy doloroso: el de la necesidad de sentirse queridas. El amor no se establece cuando se cubren necesidades. Existe cuando se es libre. Ése es el camino de hoy día y me alegra mucho de que tú te lo rellenes sola. Bien rellena y completa, darás al mundo algo verdaderamente íntegro. Enhorabuena.

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